Frases de perogrullo y enredos lingüísticos de Mariano Rajoy

"España es una gran nación y tenemos sobre todo españoles", el nuevo lapsus de Rajoy

Frases de perogrullo y enredos lingüísticos del líder del PP. 

El presidente del gobierno en funciones y candidato del PP, Mariano Rajoy, ha cambiado este jueves las alcachofas de Tudela por las vacas asturianas.
El líder de los populares ha visitado una explotación ganadera en Asturias para expresar su apoyo al mundo rural. Allí, y ante vacas y ciudadanos, Rajoy ha dejado otra de sus frases: “España es una gran nación y, sobre todo, tenemos algo muy importante: españoles”.


La obviedad podría ser justificada por el último lema del PP, que insiste en que el gran valor del país son, efectivamente, los ciudadanos. De hecho, el vídeo del discurso completo en la granja lo ha colgado el Partido Popular en su cuenta oficial de Twitter con el título: “Lo mejor que tiene España son los españoles”.Lo mejor que tiene España son los españoles @MarianoRajoy #Afavor de 🇪🇸 https://t.co/1LVhy9I2qt— Partido Popular (@PPopular) 16 de junio de 2016

No obstante, Rajoy acostumbra a sorprender por algunos enredos y lapsus lingüísticos, que luego son blanco de mofas y comentarios en las redes.
He aquí algunos ejemplos:
“Somos sentimientos y tenemos seres humanos”

"Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde"

“La cerámica de Talavera no es cosa menor, o dicho de otra manera, es cosa mayor”

"Esto no es como el agua que cae del cielo sin que se sepa exactamente por qué, no"

"Que España es una gran nación y tiene españoles"

“Me gustan los catalanes porque hacen cosas"
"Un vaso es un vaso y un plato es un plato"

“ETA es una gran nación. Perdón, España es una gran nación”
"Por las carreteras tienen que ir coches y de los aeropuertos tienen que salir aviones"
“Lo que nosotros hemos hecho, cosa que no hizo usted, es engañar a la gente”
“Tenemos que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas porque lo que nunca va a hacer una máquina es fabricar máquinas”

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CAPACES DE AMAR POR ENCIMA DEL ODIO Y DE ODIAR DE VERDAD AQUELLO QUE MERECE SER ODIADO

CAPACES DE AMAR POR ENCIMA DEL ODIO Y DE ODIAR DE VERDAD AQUELLO QUE MERECE SER ODIADO

El maquis

Me cuenta este anciano que al padre de Basiliso todavía se le recuerda en La Pesquera por lo mucho que sabía de su oficio: “nació un burro sin culo, y él se lo hizo”. Basiliso, más tarde apodado El Manco, se ganó también desde crío el respeto de sus convecinos: “A trabajar, nadie le ganaba”. “En los bancales siempre les sacaba a todos, en cualquier cosa que hiciera, más de una hilera de ventaja”.

Creció y se labró un cuerpo membrudo. “Como era buen mozo, las mujeres lo festejaban a todas horas. Después se casó por lo legal, y quiso montar una taberna con las pocas perras que le había arrancado a la tierra”. Toda la muchachería le ayudó, pues parecía impulsarle un incontenible viento del pueblo. Era como si la aldea se regalara a sí misma una cantina en la que enjuagarse el sudor de cada día y ahogar sus penas de siglos. Un remolino de mozos y mozas convirtió, en muy pocas semanas, la cambra de su padre, el médico de cabecera, en un
sencillo garito de labradores. El viejo que me relata esta historia participó en los trabajos y amenizó la inauguración del local con su guitarra y su cante. “A la postre aún iba los sábados por la noche a entretenerle a la parroquia”.


Como casi todos los campesinos de la zona, El Manco quería la tierra para el que la trabaja. Como algunos de ellos, los más audaces y los más leídos, se decía de la CNT. Cuando, brincando el año 36, estos y aquellos, los que encarnaban las ideas y los que representaban el número, pudieron por fin tocar la carne de su Sueño y el país se vistió de paraíso como una niña de novia, Basiliso figuró al frente de la Colectividad de La Pesquera.
Como el cura y el cabo de la Guardia Civil, tembló de pánico el terrateniente local. Pero El Manco era «más amigo de la vida que de las ideas», y su sed de venganza no se calmaba tanto con sangre y luto como con sudor y penitencia. Por eso, cuando las ruidosas camionetas de los milicianos exaltados, orladas de banderas rojinegras, irrumpían en la plaza del pueblo y los camaradas de hierro le preguntaban, con ese extraño aire de rutina enfebrecida, “¿quién sobra aquí?”, él respondía, henchido de firmeza y de coraje: “Aquí no sobra nadie. Falta pan y faltan brazos, compañeros”.

Salvó así de la muerte al terceto de la crueldad destronada, pero no lo libró del trabajo. La Pesquera, asombrada y divertida, pudo ver cómo el cacique, su párroco y su perro de presa conocían por primera vez la fatiga de los pobres y caían rendidos, como alazanes reventados, al declinar lentísima la tarde. Era esa sin duda la mejor bandera que podía enarbolar Basiliso, el mejor resumen de su pensamiento, sumario pero preciso. Y, aún así, agradeció el terceto al campesino, manco más tarde y también bandolero, que lo hubiera salvado del paredón o el paseillo.

Como se podría anotar, con el estilo arrobado de aquellos días, “se tiñeron los campos de rojo, de rojo justicia y de rojo igualdad. Un sol distinto y obrero, risa de los cielos repartidos, casi conquistados, bañaba de luz virginal las tierras de todos y de nadie”. Pero no pudo durar el sueño. Pronto fue un cadáver lo que tocaron los dedos campesinos. La niña vestida de novia fue abatida por la espalda, y se encharcó en sangre su blanquísimo atavío. Cayó la noche eterna sobre el Paraíso. Y regresaron los soles de antaño, gozo del señor y azote del labriego. El rojo igualdad se trocó rojo ira y se entristecieron para siempre los cielos, de nuevo fugados de la tierra.

El Manco no huyó. Debió pensar que tampoco ahora sobraba nadie. Que faltaba pan y faltaban brazos. Pero ya no tenía compañeros. Los camaradas ululantes que desembarcaban en la plaza, entre un aterrador ondear de banderas impuestas, y rojas y gualdas, eran otros, de aspecto más sombrío, mirada torva de despecho y corazón de alambrada. El cabo y el cura no salían a su paso con la resplandeciente energía del campesino… Sin firmeza y sin coraje, saboreando aún una especie pérfida de temor que les hacía sonreír como sonríe un moribundo, daban nombres y daban señas.

Mas no hablaron de Basiliso. El Manco se encerró en su casa como la libertad en el pasado. Lo encubrió el sacerdote que, como una espada de Dios y para el bien de la Patria, había delatado a los más audaces y a los más leídos. Y nada dijo, por aquel entonces, el amo restablecido de las tierras y de los hombres. Como la voz de sus dueños, el guardia civil mantuvo el secreto.

La tríada de la crueldad restituida no obró así movida por
un sentimiento de compasión y gratitud hacia el anarquista caído de su cielo; en lugar de salvarle la vida, prolongaba su agonía y lo torturaba con la infamia de aceptar un auxilio de tan nefando origen. “Si vives, vives gracias a la inmundicia que dices que somos, al desecho de humanidad que no enviaste a la muerte para no ensuciartelas manos y que ahora te ensucia hasta el corazón, te ensucia hasta el recuerdo que dejarás en las familias de esos otros que no están teniendo tu suerte…”.

Sabiéndose protegido por las fuerzas del horror y de la mezquindad, como un Fausto débil que no vende su alma pero se la deja robar, El Manco sufrió su trato de favor como la más sutil de las vejaciones. Y si no se entregó, fue porque «era más amigo de su vida que de sus ideas»; y presintió de algún modo que todavía no había dicho su última palabra. Buscado por todas partes, Basiliso descansaba bajo el cerezo de su huerto.

El mismo día en que la prensa del Régimen le imputó sus primeras cinco muertes, “en un encuentro con la Benemérita –decía la nota–, cerca de su guarida en la Sierra de Santerón”, El Manco fue visto por mi anciano confidente justamente debajo de aquel cerezo, a más de tres jornadas del lugar de los hechos… “No le pude decir nada porque no estaba solo y además él no quería comprometer a la gente del pueblo, que ya había padecido bastante solo por conocerlo y haber hablado con él cuando lo de la Colectividad. Yo no supe que pensar ese día… Llevaba mis ovejas por detrás de su casa, como otras veces. Oí ruidos y me empiné sobre la tapia de su patio; y allí lo vi, tomando el sol, desnudo, en cueros, como vino al mundo, junto al otro hombre, que no era de La Pesquera, cogido de su mano”.

Pero la policía del Nuevo Estado no tardó en columbrar la engañifa. Encerró a medio pueblo. Arrestó asimismo, por unas horas, al cura y al cacique. Trasladó o hizo desaparecer al cabo reo de negligencia y traición. La inocencia maltratada apenas sí arrojó un vislumbre de la verdad. Fueron el amo del pueblo y su abogado ante Dios quienes descubrieron el asunto. Para entonces, Basiliso ya había sido alertado por un sobrino del anciano que, entre pausa y pausa, también entre lágrima y lágrima, me desgrana con toda meticulosidad esta historia.

Medio ciego, no creo que perciba la tibia fascinación que se enciende en mis ojos; pero me habla sin desconfianza, con el aplomo de quien ya se sabe casi fuera de este mundo, justamente en la plaza del pueblo, ante la casa del médico que le hizo un culo al burro y en cuya cambra nuestro hombre montó su taberna.

“Mi sobrino aún le llevó en carro a la estación de Utiel, medio oculto, como había hecho con otros no tan marcados. Allí Basiliso tomó un tren, y nunca más se le vio por aquí. De vuelta, mi sobrino fue detenido por la Guardia. Murió en la cárcel… A mí no me hicieron nada porque, aparte de lo del bar, no me encontraron ninguna relación con El Manco”.

A partir de ahí, mi informante enmudece. De las andanzas de El Manco entre los guerrilleros se han ocupado los libros de historia y la publicística del Franquismo. La literatura amarilla lo convirtió en un asesino desalmado, y la ciencia de la historia en un maquis prototípico. De hacer caso a esta última, Basiliso se habría erigido en un luchador contra la Dictadura –un insumiso que de algún modo debería creer en las posibilidades de triunfo de su insurgencia, o en su utilidad al menos, y que prolongaría así su largo batallar en favor de los ideales libertarios… Esa es la versión de los historiadores, que anegan a El Manco en un légamo de siglas y estrategias, directrices que vienen de fuera y se siguen o no se siguen, agrupaciones guerrilleras, secesiones, disputas doctrinales, etc.

Pero nadie que esté en su sano juicio se tomará muy en serio lo que esas gentes consumidas escriben para disimular su propio vacío y justificar sus emolumentos. Por otro lado, aún cuando hablan de Basiliso con sus medias palabras un tanto halagadoras, aún cuando se diría que su adormecedor charloteo transfunde una simpatía tímida y acobardada hacia el campesino, aún entonces, como saben desde siempre los más audaces y los más leídos, trabajan en secreto para los enemigos de su antiguo, bello, noble, olvidado Sueño –para el cura, el cabo y el terrateniente.

Me sugiere mi anciano, casi como despedida, que tal vez Basiliso se hizo maquis para salvar la piel, que era demasiado inteligente para no darse cuenta de que todo estaba perdido; y que si luchó y mató, mató y luchó a la desesperada, más como una alimaña acorralada que como un héroe o un fanático; que quizá se echó al monte por no poder estar en otra parte ni con otra gente, y que una vez allí haría lo que todos aunque solo fuera para dedicarse a alguna empresa –la única a su alcance– en lo que todavía le quedaba de vida condenada.

Antes que yo, otro recolector de historias de los maquis se detuvo
en La Pesquera. Y recogió este testimonio:
“En La Pesquera todo el mundo me habló bien del Manco. Y cuando les dije que se habían escrito libros en los que se le acusa de ser responsable de treinta y tantas muertes, sus paisanos se alzaron de hombros. A un campesino, con el que estuve paseando largo rato por las afueras del pueblo, se les escaparon estas palabras: «Si es verdad eso, aún mató a pocos. Ustedes, los de la ciudad, no saben la de perrerías que nos hicieron pasar algunos ricachos después de la guerra. Son los amos hasta del aire que respiramos. Y eso, no se le olvide, dura desde el año 1939»”.
Si el más temido de los maquis hizo lo que se le supone, quizá aún hizo poco. Aún hizo poco. Y ya no quedan médicos que abran un culo entre los cuartos posteriores de los burros deformes, ya no quedan personas capaces de amar por encima del odio y de odiar de verdad aquello que merece ser odiado. Solo quedamos nosotros, ni siquiera un rescoldo del coraje”.

[Últimas páginas de «El husmo. Los filos reseguidos del dolor»]


Pedro García Olivo
21 de diciembre de 2017


[ Berriro ere Pedro Garcia Olivo zakarkiNat zuengana. Neuri izugarri gustatu zitzaidan liburu baten azken zatitxoa zetorreNK] 

ASTO ILUNNO (2) ZUHAITZAREN JAKINDURIA

[Hona hemen Asto ilunno irratsaioaren beste saio bat (lehengo Beltza ta Gorrixe irratsaioaren jarraipena edo irratsaio bera izenez aldatua), Kontrako Eztarrixen sortu eta Info7-ra eta Arrosa Sareara banatzen da]

ASTO ILUNNO (2) Zuhaitzaren jakinduria Barandiaran eta Pilarren eskutik


Galdera-erantzun asko eta Asto eta Ilunno, hori da hori nahasketa!!

ASTO ILUNNO jaitsi edo entzun dezakeNK !!

Altzoko beste 'handia'

CONSIDERACIONES SOBRE EL DOCUMENTAL «MAÑANA» o del arte de dibujar ventanas en el interior de una mina

CONSIDERACIONES SOBRE EL DOCUMENTAL «MAÑANA» o del arte de dibujar ventanas en el interior de una mina


Con su obra «Técnica y civilización» (1934), Lewis Mumford nos legó un análisis muy completo de la relación existente entre el desarrollo tecnológico y la transformación cultural -y por tanto también económica- que las sociedades occidentales han sufrido en los últimos siglos. Su análisis está plagado de imágenes con una gran capacidad evocativa. Una de ellas es la de mina. Para Mumford, en la mina se encierra de manera paradigmática el núcleo de la mirada hacia el mundo que la ciencia moderna inauguró en el s. XVII, una mirada que supuso una discontinuidad radical en la relación entre el ser humano y, la que a falta de otro término menos problemático, llamaré naturaleza [1].

El minero, que sólo cuenta con la tenue luz de su candil para iluminar su caminar a través de los angostos túneles del subsuelo, no es capaz de captar formas o colores. Se diría que incluso los olores, inundados por el del sebo caliente, desaparecen allí. Esta fuente artificial de iluminación es también la responsable de que el día, y con él la mayor parte de los ciclos naturales, quede abolido. Este aislamiento convierte a la mina en el espacio por excelencia del trabajo. Trabajo concentrado, sin posibilidad de distracciones, extenuante. En las galerías no se puede hacer otra cosa que no sea picar, amontonar y arrastrar. Es más, en la evolución del régimen de trabajo de los mineros Mumford encuentra también una síntesis de las transformaciones que fue sufriendo la economía en general. Durante la Antigüedad el trabajo de extraer minerales de las entrañas de la Tierra fue cosa de esclavos y prisioneros de guerra. Para el agricultor, el ganadero o el artesano, una actividad como la minería a duras penas merecía el estatuto de trabajo. De ahí que el desarrollo de las técnicas metalúrgicas más avanzadas fuera relativamente tardío. Este desarrollo vino precisamente de la mano del inicio de las asociaciones de trabajadores libres -es decir, que funcionaban al margen de las estructuras gremiales- que en el s. XIV comenzaron a hacer de la minería su oficio en los territorios de la actual Alemania. Inicialmente pobladas por desheredados y marginales, las minas comenzaron a situarse en el centro de la vida social gracias al aumento de la demanda de minerales que siguió al desarrollo armamentístico y el papel central de éstas en el juego de la primera financiarización. Aunque no me detendré demasiado en ello, Mumford identifica con el nacimiento y extensión del capitalismo la rápida proletarización del trabajo en la mina -que prefiguró la explotación generalizada del mundo industrializado del s. XIX- y el uso de las minas reales como aval y elemento especulativo. De hecho, llega a señalar que hasta la misma noción de valor del Capitalismo, basada en la escasez y la fuerza de trabajo humana, deriva de la primitiva ocupación de extraer minerales de la tierra haciendo únicamente uso del pico y el músculo humano.

La mina, además, fue siempre un lugar repleto de peligros. Por un lado para los seres humanos que la poblaban. Un minero nunca sabía cuándo podía quedar atrapado por un desprendimiento o sufrir en sus carnes el impacto de la explosión provocada por la interacción entre los gases de la mina y su precaria iluminación. Pero no era necesario el elemento catastrófico y azaroso para que su salud se viera mermada, la prolongada exposición a la intensa humedad y, en general, a las duras condiciones del trabajo en las grutas, era fuente de frecuentísimas enfermedades crónicas como el reumatismo. Sin embargo, los peligros trascendían a los propios cuerpos humanos para extenderse al resto de la naturaleza. Mina siempre fue sinónimo de devastación en la forma de tala de bosques, desaparición de animales, contaminación del agua, etc. hasta el punto de que la vida humana llegaba a ser imposible en muchas regiones mineras. En resumen, y siguiendo a Mumford, podríamos decir que la mina fue el primer entorno completamente inorgánico habitado por el ser humano, el primer paso de una cruzada que dura ya siglos contra la vida en su carácter limitado y frágil, carácter que como seres humanos compartimos.

Hoy nuestro mundo es una gran mina. Lo es en primer lugar porque la artificialización del entorno ha alcanzado cotas que ni los más aventurados críticos de los siglos pasados podrían haber imaginado. Solamente hace falta pensar en la biotecnología y su capacidad de modificar las realidades más básicas de los seres vivos, o en el tipo de ciudades en las que se apiñan hoy más de la mitad de los seres humanos. Esas ciudades esquizofrénicas que son capaces de conjugar la desigualdad brutal encarnada en los slums y la promesa de las smart cities con su panoplia de implantes tecnológicos y su creciente capacidad de control enmascarada bajo la forma de un aumento de libertad. Pero si las sofocantes avenidas del mundo contemporáneo son las análogas de aquellas grutas y galerías de las minas del pasado, es sobre todo por el tipo de ser humano que las habita, el hijo de la gran mutación antropológica del siglo pasado. Lo que ayer fuera patrimonio de pobres desgraciados condenados a la oscuridad perpetua y a la muerte prematura es hoy el marco de relación hegemónico entre seres humanos y entre éstos y la naturaleza. La atomización, la mercantilización de cada vez más aspectos de nuestra vida, la personalidad-empresa del neoliberalismo, la administración del mundo y su avance incuestionado... Todo ello son ecos de la ceguera del minero, de su atrofia para todo lo que no sean los aspectos puramente cuantitativos; pero sobre todo es la forma refinada de una negación de la vida que nos lleva hoy a ver las fronteras de nuestra condición humana desdibujadas hasta el punto de no ser capaces ya de reconocerlas. Tampoco los peligros son menores. A la catástrofe que supone hoy el funcionamiento cotidiano de la gran máquina en la que se ha convertido nuestro mundo se le une una crisis ecológico-social que, tras siglos de desarrollo larvado, comienza hoy a dejar su capullo y dibuja un horizonte de disrupción a gran escala del metabolismo de las sociedades humanas. Y ante todo esto parece que lo único que somos capaces de hacer como sociedad es dibujar ventanas en las paredes de la mina pretendiendo así que podremos salir de ella.

Los ejemplos abundan en la literatura, la filosofía, la economía o la política. El transhumanismo, la ideología del crecimiento perpetuo o la tecnofilia desatada de nuestras sociedades son algunos. En la mayor parte de ellos se juega a negar los peligros y la realidad material de nuestro metabolismo social para dar lugar a retóricas tan tranquilizadoras como contrafácticas. La estrategia básica de estos discursos es afirmar que todos los valores, mecanismos económicos y consensos culturales que nos han llevado hasta el callejón sin salida en el que nos encontramos hoy son los que, mutatis mutandi, nos sacarán de él si tenemos la paciencia y la fe suficientes. Al fin y al cabo no debemos subestimar el papel de primera línea que las mitologías contemporáneas -el progreso, la tecnología, etc.- juegan en la extensión y el éxito de este tipo de estrategias. Hay, sin embargo, una parte de la población que no traga con algunos de los supuestos básicos de estos discursos. Es para ésta para la que se reservan los discursos más nocivos, aquellos en los que se afirma tomar como punto de partida la precaria situación de nuestro mundo y, por extensión, en los que las soluciones que se proponen pretenden ser también panacea de la misma. Un ejemplo claro de este caso es el documental Mañana (Demain). Si tuviéramos que resumir en unas pocas palabras lo que sus directores -Cyril Dion y Mélanie Laurent- plantean a sus espectadores responsables y ecológicamente concienciados en las dos horas de metraje, diríamos que su objetivo es demostrar que a día de hoy contamos con suficientes iniciativas pioneras en los ámbitos cruciales de nuestra vida social como para que la transición a un mundo futuro, en el que todos los comportamientos disfuncionales del cuerpo social quedaran superados, es planteable y factible. Para demostrarlo proponen un viaje por todo el mundo a la caza de distintos proyectos alternativos divididos en cinco ámbitos: la agricultura, la energía, la economía, la democracia y la educación. El formato entrevista, predominante durante toda la película, nos permite ir conociendo de manera cercana y personal las motivaciones de los protagonistas de las iniciativas, la historia de las mismas, los reflexiones en torno a su significación global y, en muchos casos, su profunda solidaridad con los valores y lógicas dominantes...

Sería largo y tedioso desarrollar un listado sistemático de todos los proyectos, argumentos y comentarios que integran el documental y que fundamentan la afirmación precedente. Sin duda en algunos casos la defensa del orden establecido es tan transparente que el espectador queda entre estupefacto y molesto. Por ejemplo, la inclusión de un proyecto que tiene como objetivo utilizar a presos como mano de obra para al instalación de grandes conglomerados de energías renovables industriales. También la aparición de una fábrica de papel en la que aprendemos que ser ecológico, o si queremos plantear la cuestión en términos más amplios ser partidiario de una transformación social, no requiere renunciar ni a la producción fabril ni a los males que le vienen asociados. Si realizamos unos cuantos retoques ecológicos en nuestra fábrica no sólo no tendremos que renunciar al productivismo, ¡de hecho los beneficios aumentarán! ¿Qué más da que la división del trabajo y la servidumbre maquínica de los trabajadores de la fábrica sea deshumanizante y alienante? Siempre y cuando hagamos una modesta renuncia al credo del crecimiento perpetuo, mostremos una concienciación ecológica políticamente correcta y, lo más importante, demostremos que todo ello no nos impide poder tener una empresa que genera beneficios en el juego de la economía global, todo irá sobre ruedas. Es más, seremos un ejemplo a imitar y nuestra empresa podrá disfrutar de publicidad gratis en un documental progre. Nos podría servir de igual modo la selección en el apartado de democracia del proyecto de renovación de la constitución islandesa, movimiento que a lo más que aspira es a defender al Estado frente a los envites de una economía globalizada cada vez más agresiva. No entraré aquí en muchas consideraciones sobre el papel que ha jugado y juega el Estado a la hora de pensar en los problemas que nuestro mundo tiene y el modo de hacerles frente. Sin embargo, incluso aquellos defensores de un papel activo y positivo de algo parecido a un ente estatal en la labor de pensar el qué sea una sociedad libre y en los modos de alcanzarla, estarán de acuerdo en que renovar la constitución de un Estado liberal opulento con el fin de salvaguardar la libertad de consumo de su población no es precisamente el tipo de estrategia en la que deberíamos estar pensando. Lo anterior, en cambio, no es lo peor que el documental nos reserva. Y es que en el grueso de los casos problemáticos la defensa del statu quo recorre veredas más sutiles, adopta estrategias de embozo que hacen dicha defensa más peligrosa precisamente por inadvertida.

Una de estas estrategias veladas es el cierre interesado del plano, o si queremos ser más claros, la omisión interesada de datos fundamentales para comprender y contextualizar proyectos y afirmaciones de los protagonistas de éstos. Quizá el ámbito en el que más se acusa este defecto es en el energético. Al hablar de las iniciativas que plantean hoy alternativas a nuestra extrema dependencia de los combustibles fósiles, los directores nos llevan hasta Islandia de nuevo para descubrirnos que el grueso del consumo energético de la isla proviene de centrales geotérmicas, grandes instalaciones que aprovechan el calor del interior de la tierra para generar electricidad.

De lo que no oiremos una palabra es de que las localizaciones en la corteza terrestre en las que una práctica de este tipo es posible son tan limitadas como errática su distribución, lo que convierte el caso islandés en una tremenda excepción. La película también recala en el despacho del alcalde de Copenhague, gracias al cuál aprendemos que una gestión responsable y previsora de una ciudad es la solución a cualquier problema de abastecimiento energético. Basta con imitar la gran central de producción de energía eólica situada varios metros en el interior del mar desde la costa danesa para garantizar de por vida el suministro de las ciudades del mundo. Es más, si a esto le unimos políticas de eficiencia energética y la imparable tendencia a la desmaterialización de las sociedades occidentales desarrolladas –desmaterialización tan falaz como verídica es la industrialización descontrolada y nociva de la zonas que producen nuestras mercancías, p. e. China- lo que el documental parece indicar es que sólo faltaría algo de voluntad política para que la problemática energética fuera un capítulo cerrado para siempre.

La situación, por desgracia, está lejos de ser esa. En primer lugar porque en ningún momento se hace referencia explícita a que un ámbito tan fundamental como el transporte -especialmente relevante en tanto que en el documental no se cuestiona la globalización con un fenómeno nocivo, ni se plantea una necesaria descomplejización metabólica- depende casi en un 90% de la energía fósil. Y por mucho que políticas de fomento del uso de la bicicleta acompañadas de modificaciones materiales concretas en los espacios urbanos puedan reducir el uso del coche en el interior de las ciudades, caso que se ilustra también para la capital danesa, el grueso del transporte internacional en la forma de grandes cargueros transatlánticos y de camiones no puede ser sustituido por bicicletas. Llega a ser irritante como los directores despachan la cuestión del desmesurado consumo energético de nuestro mundo con una entrevista a un profesor de Universidad que critica aceradamente la utilización de pantallas publicitarias en el metro parisino... Bien, es cierto que es una realidad dañina y energéticamente inviable pero, ¿en serio creemos que nuestro peor problema a nivel de consumo es ese? Por otro lado el tratamiento de las renovables que se vislumbra en todo el metraje deja de lado dos realidades esenciales. La primera, su naturaleza subsidaria de los combustibles fósiles. Ésta es especialmente sorprendente que no se aborde cuando el ejemplo de producción eólica que los directores eligen requiere para las labores de mantenimiento del uso de ¡helicópteros! Aunque este sea un caso extremo, en general la instalación, mantenimiento y sustitución de los generadores de renovables necesitan utilizar energías fósiles en funciones no electrificadas y que sólo podrían ser electrificables si se diera una transformación bastante profunda del grueso de la infraestructura energética.

Pero en segundo lugar, al dejar de lado la realidad de igual modo limitada de los minerales que conforman e integran los generadores -por ejemplo las tierras raras-, además de los costes sociales elevadísimos que su extracción implica, se genera la ilusión de que la extensión de las centrales de producción renovable no tiene frente a sí límite alguno. A todo ello se une un silencio total sobre la cuestión de la organización de la producción y la titularidad de las centrales. Ni una sola palabra sobre el hecho de que las grandes centrales de producción renovable son a día de hoy propiedad de las mismas empresas titulares del grueso de la producción fósil, empresas que a lo largo de las últimas décadas han despuntado por su violento centralismo y por su prácticas terroristas con las personas que han defendido sus territorios frente a su avance e invasión.

En otros ámbitos estas ausencias son también notables. Pensemos en la asunción absolutamente acrítica del papel del Estado en nuestra organización social, actitud que es especialmente pronunciada en el abordaje de la cuestión de la educación. Al elegir como ejemplo de enfoque educativo alternativo el encarnado en el sistema educativo finés, los directores vienen a decirnos que no hay nada que discutir sobre la existencia de la escuela o el monopolio estatal de su gestión. También en el ámbito de lo económico resulta tremendamente llamativo, como comentaba al hilo de la cuestión energética, que no aparezca ni una sola mención a la globalización económica y sus dinámicas asociadas más allá de el supuesto estado de crisis en el que se encuentra.

Eso lleva a que, cuando se aborda la cuestión de las monedas alternativas, el discurso subyacente sea que éstas sólo tienen sentido en el marco de una economía global con una moneda dominante que tiene que de igual modo tender a serlo. Así, estas monedas alternativas no se convierten en la posibilidad de desarrollar una mayor autonomía local al reforzar la producción y el intercambio a pequeña escala, y por supuesto ni por asomo se plantean como una estrategia de transición hacia una desmonetarización que tras una fase de normalización del intercambio local y de generación de redes de confianza pudiera instaurar la posibilidad de un trueque. Nada de eso. A través de los ojos de los directores estas monedas se convierten básicamente en la condición de posibilidad de un ya imposible funcionamiento saneado del capitalismo global. Es decir, frente a la huida hacia adelante descontrolada de una economía mundial financiarizada que, sedienta de beneficios, acumula en sus márgenes a población inempleable de la que no puede ya garantizar la mera reproducción material, las monedas alternativas se convirtirían en aceites que engrasaran el motor económico alzándose precisamente como mediadores de la reproducción material mediante la producción y el intercambio local. Todo ello con el fin de que, en el uso dual junto a la moneda oficial, el mecanismo pueda seguir su movimiento desenfrenado. Es hipócrita hablar de alternativas económicas sin poner sobre la mesa que la única alternativa posible es, como mínimo, una salida del Capitalismo. Lo económico juega también un papel central en otra estrategia omnipresente en el documental. Ésta consiste básicamente en ejercer un reduccionismo violento en casi todos los proyectos que limita el rango de posibles valores a encarnar a uno sólo: el productivismo. Quizá el caso más paradigmático de ello sea la visita que los directores realizan a una granja permacultural en la Normandía francesa. Allí, de mano de los permacultores, descubrimos las miserias de la agricultura convencional: su abuso de pesticidas y suelos, su enfoque meramente económico, etc. Sin embargo, lejos de presentar la permacultura como una alternativa emancipatoria, fácilmente replicable y, en mi opinión lo más relevante, con un enorme potencial para la extensión descentralizada; lo único que oímos machaconamente, una y otra vez, es que la permacultura es más productiva y, por supuesto la palabra mágica, rentable. Este tipo de enfoque centrado en la cuestión del beneficio se repite en muchas ocasiones a lo largo del documental.

En resumen, y para no agotar al lector, se podría decir que en las dos horas de película vemos como una y otra vez algunos de los dogmas centrales de nuestra sociedad se repiten hasta la saciedad: el tecnoptimismo, el productivismo, la monetarización,... Aquellos valores de la mina que han conformado y dado aliento a nuestra civilización salen indemnes de esta supuesta mirada crítica. Sobre todo en lo relativo a la dialéctica entre naturaleza y técnica. Se podría decir que enfoques como el de este documental dan una vuelta de tuerca a la ruptura fundacional con la naturaleza que constituyó la partida de nacimiento de nuestra civilización. Si durante siglos hemos vivido de espaldas a la naturaleza creyendo que las galerías de nuestra cultura industrial eran suficiente aislamiento de la misma, vemos hoy como el nivel del agua de nuestra mina aumenta y el aire es ya casi irrespirable. Sin embargo, lejos de salir de ella, lejos de romper con esa mirada que nos separa del mundo natural, pretendemos hacer de la naturaleza otra forma de técnica, nuestra intención es modificar el mundo a una escala tal que la distinción orgánico e inorgánico deje ya de tener sentido. Así, las soluciones básicamente técnicas en un sentido elluliano que conforman la espina dorsal de la propuesta de cierto ecologismo institucional bien reflejado en esta pieza de video, proponen finalmente que la salida a los desastres de nuestro mundo social administrado no es acabar con sus dinámicas, sino extender esa administración al grueso de la vida en la tierra. Sólo de ese modo podremos salvarnos, sólo así conseguiremos cambiarlo todo para finalmente dejarlo todo igual.

Con lo anterior no pretendo decir que todas las iniciativas que aparecen en el documental, o que más en general se plantean desde ciertas trincheras ecologistas, sean nocivas o desechables. Algo así sería un sinsentido. Por ejemplo, las iniciativas democráticas en los pueblos de la India, la permacultura o la extensión de los huertos urbanos, todas ellas reflejadas en el documental, forman para mí parte de cualquier estrategia que se plantee hoy seriamente y de manera radical la posibilidad de una autonomía política y material para el ser humano. Como cualquier otro minero más forzado a vivir en el subsuelo, ¿cómo criticar a quién trata de hacer algo más amplia la gruta o traza algún que otro dibujo en la pared para tratar de humanizar un ambiente hostil hasta ese grado? Tampoco se debería interpretar de los párrafos precedentes que yo tengo la solución definitiva, el camino infalible a seguir, la visión preclara desde la que juzgar todo y a todos. La crítica precedente se dirige más bien a productos como Mañana, producciones culturales cerradas que al dar una determinada forma instrumental a las iniciativas hoy en marcha, enmarcándolas a su vez en un discurso muy determinado, generan la tranquilizadora ilusión de que ya existe una solución a todos nuestros problemas, solución que además debe ser estrictamente técnica. Sin embargo, lo único que hacen es cerrar los ojos ante la profundidad y la verdadera naturaleza de dichos problemas. Si seguimos creyendo que las ventanas que muchos se dedican a dibujar en las paredes de nuestra mina son verdaderas salidas, terminaremos por rompernos la cabeza contra la piedra en el intento de escapar.


Adrián Almazán Gómez
Aparecido en la revista Ekintza Zuzena

[1Hablar hoy de naturaleza nos coloca en una posición comprometida ya que, tal y como reflexionó Bertrand Charbonneau en su obra «El jardín de Babilonia», la modernización nos ha conducido hasta el punto de albergar una noción de naturaleza básicamente hija de los efectos de la industralización sobre las sociedades humanas. Sin embargo otros autores, como Gary Snyder, no dejan de reinvidicar la existencia positiva de «lo salvaje» como un otro del mundo humano. En fin, la querella asociada a la dicotomía sociedad/naturaleza es antigua y no tendría sentido tratar de finiquitarla en un texto como este.

[Ekintza Zuzena aldizkarian irtendako testua, nik Cultura y anarquismo webgunetik hartu diNadana]

POCILGA LITERARIA

[ Pedro Garcia Olivo-k utzitako testu bikaina ]

POCILGA LITERARIA

Fragmentos en defensa de la no-escritura

1) Gracia de bufón
No espero nada de la literatura‭ ‬-a ella tampoco le cabe esperar mucho de mí.‭ ‬Me considero inmune a toda esa engañifa de‭ “‬la buena escritura‭”‬.‭ ‬La figura,‭ ‬clásica o moderna,‭ ‬del escritor de talento me parece odiosa‭ (‬y,‭ ‬a la vez,‭ ‬cómica,‭ ‬con un deje de patetismo que forma casi parte de su gracia de bufón‭)‬.‭ ‬Detesto el gran mundo corrompido de los autores de renombre casi tanto como el mundillo lastimero de los escritores en busca de prestigio.‭ ‬Me repele la idea de que pueda existir una crítica literaria que no mueva a risa y un mercado de la obra de arte que no atufe a pocilga.
Sin embargo,‭ ‬no escribo.

2) Bajarle Los Humos A La Literatura
No debo tener mucho que decir,‭ ‬ya que insisto una y otra vez en los mismos temas.‭ ‬Y acabo,‭ ‬al final,‭ ‬escribiendo lo mismo.‭ ‬La escritura desesperada se caracteriza por una absoluta pérdida de fe en sí misma.‭ ‬En este sentido,‭ ‬y por oposición a la escritura dominante‭ ‬-discurso satisfecho de sí,‭ ‬pagado de sí,‭ ‬inebriado de amor propio-,‭ ‬puede concebirse como‭ ‬no-escritura.‭
Ya no se presenta como llave de la verdad,‭ ‬ventana abierta a lo desconocido,‭ ‬a lo misterioso,‭ ‬instancia de revelación de la esencia de las cosas y de los hombres,‭ ‬exploradora,‭ ‬inquisitiva,‭ ‬indagante,‭ ‬luz que se arroja sobre alguna penumbra,‭ ‬sobre alguna oscuridad,‭ ‬mirada que escruta,‭ ‬que investiga,‭ ‬que descubre‭; ‬tampoco sitúa a su autor en un pedestal de talento,‭ ‬en una tarima del saber,‭ ‬en una cumbre de inteligencia o,‭ ‬al menos,‭ ‬de imaginación,‭ ‬administrador de la belleza,‭ ‬artífice del deleite de la lectura,‭ ‬encantador de serpientes,‭ ‬brujo,‭ ‬hechicero,‭ ‬mago,‭ ‬narciso pedantorro.‭
Desublimada,‭ ‬la escritura ya no espera nada de sí misma,‭ ‬y no tiene por qué hablar bien de su forjador.‭ ‬El escritor desesperado,‭ ‬consciente de su patetismo,‭ ‬de su flojera,‭ ‬hace lo que puede con los medios de que dispone,‭ ‬y no pretende grandes cosas.‭ ‬Nada tiene que enseñar a nadie,‭ ‬nada que hacer por nadie.‭ ‬Ni alumbra verdades,‭ ‬ni reparte placeres.‭ ‬Tampoco se ama a sí mismo a través del supuesto valor de lo que escribe.‭ ‬De hecho,‭ ‬la cuestión del valor le interesa aún menos que las expectativas penosas de los lectores.‭
Escribe por debilidad,‭ ‬por flaqueza,‭ ‬por no ser capaz de callar,‭ ‬acaso por alguna tara,‭ ‬alguna grave deficiencia de su carácter,‭ ‬por enfermedad,‭ ‬por propia miseria espiritual,‭ ‬por no tener nada mejor ni peor que hacer,‭ ‬por vicio,‭ ‬por estupidez,‭ ‬por cobardía.‭ ‬Y su escritura,‭ ‬que cuenta muy poco para él mismo,‭ ‬nada debe valer para el lector.
‭Como una piedra arrojada por una mano cualquiera, ahí están mis obras, perfectamente inútiles. Como un hombrecillo que trabaja para alimentar a su familia, y un día morirá y se acabará el hombrecillo, aunque no el trabajo ni la familia, aquí estoy yo, absolutamente irrelevante. Desesperado y feliz, sin nada que aportar a nadie, como un pastor arcaico en medio del monte contemplando sus ovejas; irrelevante e inútil, seguro de que no está en mi poder haceros daño, a salvo de influir sobre lectores aún más débiles que yo, incapaz de convenceros de nada; inservible, accidental como la circunstancia de haber nacido, vacío, ligero, hueco, hoja que arrastra el viento, con muy pocas mentiras a las que aferrarme, viviendo por instinto como los animales; hostil, odiador, enemigo.

3) Escribir Envilece,‭ ‬Degrada,‭ ‬Inmoraliza
Repelencia de escribir una novela,‭ ‬lo mismo que de obedecer.‭ ‬La escritura es obediencia.‭ ‬Qué bien entiendo ahora a Artaud,‭ ‬incapaz de escribir‭; ‬y a Bataille,‭ ‬incapaz de razonar.‭ ‬Qué bien me entiendo,‭ ‬incapaz de obedecer.‭
El gremio‭ ‬de‭ ‬los‭ ‬escritores tiende a sorprendernos con las más diversas fisonomías:‭ ‬rostros de amargura,‭ ‬de lucidez tópica,‭ ‬de cinismo facilón‭; ‬rostros de niños grandes,‭ ‬y de viejos prematuros‭; ‬rostros sesudos,‭ ‬rostros frívolos‭; ‬rostros de enigma prediseñado por la industria de la imagen,‭ ‬y también de fabricación propia,‭ ‬poco menos que‭ “‬casera‭”; ‬rostros de enloquecida cordura y otros de locura razonable,…‭
Pero nunca descubriréis,‭ ‬en ese círculo,‭ ‬una forma de mirar tan pura,‭ ‬limpia de interés y de ambición,‭ ‬unas facciones tan despejadas,‭ ‬grávidas de palpitante y desnuda quietud,‭ ‬que sugieran sencillamente‭ “‬libertad‭”‬.‭
En ningún momento produce un escritor la impresión de autonomía,‭ ‬de ese bastarse a sí mismo y ser capaz de prescindir de nosotros que delata al verdadero hombre libre.‭ ‬Acaso porque la escritura fue un engendro del mercado,‭ ‬bastarda de la tiranía‭; ‬o bien porque la auténtica libertad fructifica en el anonimato.‭ ‬Acaso porque todavía no conocemos lo que debe ser una escritura absorta en sí misma,‭ ‬pendiente sólo de sí misma.‭ ‬O,‭ ‬simplemente,‭ ‬tal vez porque el escribir envilece,‭ ‬degrada,‭ ‬inmoraliza.

4) Navíos Sin Destino
Hay otra cosa que me irrita de los escritores y,‭ ‬sobre todo,‭ ‬no soporto de mí mismo cuando escribo:‭ ‬el aire de suficiencia,‭ ‬la pose de sabiduría que acompaña a este ejercicio inútil del monólogo sobre el papel.‭ ‬Parece como si el hecho de que nadie pueda rebatirnos mientras escribimos engendre la ilusión de que nos hallamos realmente cerca de la Verdad,‭ ‬o de que nos distingue del común de las gentes cierta especie de talento,‭ ‬determinada agudeza de la mirada,‭ ‬alguna clase de brillo cuanto menos…‭
Esa ilusión despliega a su vez las velas de los‭ ‬navíos sin destino de la egolatría,‭ ‬la presunción,‭ ‬el narcisismo.‭ ¡‬Menudo tufo a vanagloria,‭ ‬el de cualquier escritor‭! ¡‬Cómo apesto‭!

5) Aunque Se Diga La Verdad,‭ ‬Esa Verdad Tiene Atadas Las Manos
Lo verosímil se mezcla en mi espíritu con lo inverosímil.‭ ‬Es mi pensamiento una tierra estremecida donde lo sostenible cohabita con lo insostenible.‭ ‬Capaz de ser frío,‭ ‬de pensar con gravedad,‭ ‬lo más serio que termino haciendo es desacreditarme a mí mismo y reírme de mis escasas y nada originales ideas.‭
Basilio,‭ quien fuera mi compañero en el pastoreo, ‬en cambio,‭ ‬se conserva de una pieza.‭ ‬Hombre antiguo,‭ ‬habla poco y como si en cada una de sus muy meditadas observaciones estuviera comprometiendo toda su dignidad como persona.‭ ‬No miente.‭ ‬No exagera.‭ ‬Hombre de palabra,‭ ‬su decir cuenta lo mismo que un documento ante notario:‭ ‬pesa todo lo que puede pesar un discurso ayuno de dobleces.‭ ‬Habla tal si,‭ ‬sobre el mármol,‭ ‬cincelara un epitafio.‭ ‬Su acento se asemeja al del aforismo,‭ ‬al de la sentencia.‭ ‬Y diría que sus frases se disponen como cielos de tormenta sobre un mar calmo de silencio.‭ ‬Despliega el mismo rigor ante cualquier asunto‭ ‬-ningún objeto de conversación que por un momento secuestra la atención de una persona le parece frívolo.‭ ‬Restituye así el verdadero sentido de la comunicación,‭ ‬su utilidad.‭ ‬E involucra todo su ser en la verdad de lo que dice.‭ ‬Compra y vende de palabra,‭ ‬y exige del otro la misma absoluta fiabilidad de que hace gala en sus tratos.‭ ‬Si una persona lo engañara,‭ ‬faltara a su palabra,‭ ‬hablara en broma sobre una cuestión para él decisiva o se contradijera a cada paso,‭ ‬Basilio la borraría por completo de su mundo,‭ ‬apenas sí recordándola como lo fastidioso de un mal sueño,‭ ‬un tropiezo irrelevante de la realidad.‭ ‬No entiende a los hombres que no están hechos de silencio y de renuncia.‭ ‬No comprende cómo se puede hablar sólo para llenar el hueco del tiempo.‭ ‬No sabe lo que es una conversación de circunstancias.‭ ‬Y no responde a todo el mundo:‭ ‬únicamente toma en consideración las interpelaciones de aquellos seres que le merecen respeto,‭ ‬que de alguna manera se han ganado el derecho a dialogar con él.‭ ‬Administra el lenguaje como si fuera un bien escaso y carísimo.‭ ‬No despilfarra expresiones.‭ ‬El peor defecto que sorprende en sus semejantes es que‭ “‬hablan demasiado‭”‬.‭ ‬Cuando se entabla con él una conversación,‭ ‬el ritmo no es el de la charla habitual:‭ ‬escucha atentísimo,‭ ‬como si le costara trabajo entender lo que se le dice‭; ‬inmóvil,‭ ‬casi hierático,‭ ‬medita después un rato ante su interlocutor‭; ‬finalmente,‭ ‬contesta,‭ ‬muy despacio,‭ ‬repitiendo dos veces su aseveración‭ ‬-diría que una para escucharse y otra para ser escuchado.‭ ‬Si supiera leer,‭ ‬odiaría la poesía,‭ ‬por lo que arrastra de afectación y empalago‭; ‬y detestaría la novela,‭ ‬por su sometimiento a la ficción.‭ ‬Si supiera leer,‭ ‬no leería.‭ ‬Se tiene la impresión de que para él la palabra es,‭ ‬muy concretamente,‭ ‬aquello que quizá siempre debió ser y hoy ya no está siendo:‭ ‬un instrumento,‭ ‬un medio,‭ ‬una herramienta de la necesidad…
‭Su concepción del lenguaje no deja así el menor resquicio ni para la demagogia, sobre la que se asienta el discurso político; ni para la seducción, en la que se basa la literatura. Se halla, por tanto, muy lejos de Artaud, que proponía “usar el lenguaje como forma de encantamiento”. La palabra, para él, como una romana, como un trillo, como la guadaña, sirve para lo que está hecha y nada más.
‭Quiero decir con esto que desliga el asunto del lenguaje del problema de la esperanza. El discurso político se fundamenta en la esperanza de que puede haber una “toma de consciencia”, una “conversión” del oyente -cierta eficacia sobre el receptor, que se vería impelido a obrar, impulsado a intervenir en la contienda social siguiendo una línea determinada. Proselitismo y acción corren de la mano en este caso. La palabra ha de convencer (“iluminar”) y empujar (“movilizar”). Sin la esperanza de ese efecto, el discurso político carece de sentido. Por añadidura, se deposita también la fe en la “verdad” del relato; se espera mucho de ese compendio de certidumbres que habría de rearmar la voluntad de progreso de la Humanidad. La crisis actual del relato de la Liberación, fundado según parece en una cadena de verdades irrebatibles, muestra el absurdo de esa doble esperanza. Operan fuerzas exteriores al lenguaje, independientes del discurso, capaces de aniquilar su supuesto potencial conscienciador y movilizador. Aunque se diga la verdad, esa verdad tiene atadas las manos; llegando al hombre, no le hace actuar. De ahí el fracaso de la demagogia, aún en su vertiente revolucionaria…
‭El discurso literario se apoya a su vez en una esperanza aún más vana: la de que exista una clave universal del disfrute y un criterio absoluto del valor. Y no merece la pena insistir en que eso que llamamos “arte”, engendro sospechoso de intelectuales, funciona y circula exclusivamente por canales de élite, diciendo poco o nada al público “no ilustrado”. Por otra parte, no contamos en modo alguno con la menor garantía de que la “buena literatura” (si la hay) sea la misma que se inscribe en la tradición culta, oficial, dominante. Cuestionada también la justificación del discurso de seducción, sólo le queda a la palabra la tarea humilde, deslucida, que le confiere Basilio: servir a los hombres en sus asuntos rutinarios. Y no cosquillearlos de placer o educarlos en no sé qué esplendentes verdades redentoras…
‭Desinflado, el lenguaje recupera su antiguo valor pragmático. Basilio habla para comprar, vender, cambiar, pedir o prestar auxilio. El resto de su vida se halla envuelto en el silencio. A mí me dirige la palabra como si me hiciera un favor. Y se rebaja a departir conmigo, patético charlatán sin cura, movido por un elemental sentido del socorro mutuo: hoy por hoy, ésa es la ayuda que recabo y que su humanidad no me niega. Si divaga ante mí, es por un problema mío de debilidad e inconsistencia.

6) Gran Odiador
Debo ser un charlatán,‭ ‬puesto que me encuentro tan a gusto entre las palabras.‭ ‬Un charlatán enfermizo,‭ ‬ya que,‭ ‬a la vez,‭ ‬las odio más que a nada en la tierra.‭ ‬Y nunca descarté la posibilidad de estar loco,‭ ‬pues hablo a solas,‭ ‬al vacío,‭ ‬ni siquiera a mí mismo.‭
Lo que menos soportaba de la Enseñanza no era el hecho de tener que tomar la palabra,‭ ‬sino la circunstancia de que esas palabras fueran inmediatamente oídas.‭ ‬Una de las cosas que más detesto de la literatura y su mundo es la existencia del lector.‭ ‬Me parecería perfecta si también ella hablara vacío.‭ ‬Nada tendría que objetar a una escritura que no se firmara,‭ ‬absolutamente anónima,‭ ‬y que permaneciera por completo a salvo de ser leída.‭ ‬Pero eso no es escribir.‭
Si no hay un hombre pedante,‭ ‬vanidoso,‭ ‬soberbio,‭ ‬que se mira sin descanso el ombligo,‭ ‬y otro encandilado,‭ ‬fascinable,‭ ‬disponible,‭ ‬que le profesa estúpida admiración‭ (‬todo admiración es estúpida‭)‬,‭ ‬y quiere también echarle un vistazo a ese ombligo ajeno,‭ ‬entonces no hay literatura,‭ ‬no hay escritura.‭
Por ello,‭ ‬lo mío,‭ ‬sin lector y con un autor que se desconoce,‭ ‬será siempre un‭ ‬no-escribir.‭ ¡‬Cuánto deberíamos aprender de esos escritores anónimos de libros que se han perdido‭! ‬Ellos son mis inspiradores.‭ ‬A ellos dedico esta no-escritura.
‭El pensamiento no es lo mío. No lo practico. Cojo y dejo las ideas como conversaciones de parada de autobús, y con tan poco respeto hacia su pretensión de verdad que a veces me hundo en la contradicción y en la incongruencia. Todas las teorías me seducen unos segundos, y después me cansan. Estoy harto, incluso, de este dar vueltas mío en torno al desesperar.
‭Mi odio al Estado no es una idea: es un sentimiento que me entró por lo ojos antes de que intentaran enseñarme a usar el cerebro. Mi odio a la burguesía es también un sentimiento, pero éste me entró por el sudor del cuerpo, mientras el sádico de mi primer patrón se echaba una siesta surestina delante mismo de nosotros, sus trabajadores adolescente, borrachos y extenuados. Mi odio a la cultura es biológico, una reacción del organismo al exceso de saberes que me han administrado hasta hacerme perder la inteligencia natural y el conocimiento espontáneo.
‭Y mi odio a la escritura puede tomarse como una manía de viejo chiflado que olfatea algo podrido allí donde otros aspiran no sé qué fragancia embriagadora. En otra parte hablé de “husmo”: hedor a carne en descomposición.
‭Fuera de esto (y dejando a un lado la repelencia que siento hacia el hombre; no ya odio, sino desprecio y asco), no hay en mí ninguna constancia, ninguna fijación de la reflexión, nada mental permanente. A menudo, me defino como un gran odiador, boca enemiga.

7) Tierras Casi Inhóspitas
Debo escribir por atavismo,‭ ‬ya que no creo en la literatura.‭ ‬Lo más importante de estos últimos años,‭ ‬en lo tocante a mi espíritu:‭ ‬ya no necesito preservar ante el espejo‭ (‬no sé si mío o de todo el mundo‭; ‬igual da si roto,‭ ‬empañado o deformante‭) ‬una imagen de mi vida digna y sin mácula.‭ ‬No me es preciso estar orgulloso de lo que hago.‭ ‬Ya no me empeño en mantener un buen concepto de mis obras.‭ ‬Desesperé.
Mi desesperación no provino de la experiencia de la derrota‭ ‬-nunca me sentí vencido.‭ ‬Nada tiene que ver con la amargura:‭ ¡‬soy tan feliz‭! ‬El modo mío de haber dejado de esperar se forjó en tierras casi inhóspitas,‭ ‬enemigas de lo abstracto y de lo ilusorio‭; ‬se fraguó con el descubrimiento conmocionante de extraños seres marginales y ante la turbadora lección de la muy inteligente vida animal.

8) Tan Sucia Poquita Cosa
Había decidido escribir una novela a propósito de un pastor antiguo.‭ ‬Acerca,‭ ‬también,‭ ‬de otros seres desconcertantes que merodean por las aldeas,‭ ‬diríase que escapados de la historia y de la racionalidad moderna.‭ ‬Pero la literatura es tan falsa,‭ ‬tan miope,‭ ‬tan lisa,‭ ‬tan sucia poquita cosa,‭ ‬que pronto desistí de empotrar a mi amigo en el tapial indecoroso de un relato de género…‭
Por otra parte,‭ ‬casi lo mismo que reprocho a la labor literaria afecta a su vez a los modos de nuestro raciocinio:‭ ‬no sé muy bien qué es lo que nuestra rotosa y mezquina Razón tiene que discernir en un hombre como ese cabrero,‭ ‬pero descubra lo que descubra,‭ ‬maquine en su contra lo que maquine,‭ ‬jamás le hará justicia ni tampoco el menor daño.‭ ‬Lo convertirá en un esquema casi abstracto,‭ ‬en un prototipo desangelado,‭ ‬en el blanco enorme de media docena de etiquetas desgastadas y devoradoras,‭ ‬arrojadas como dardos y perdidas por el camino,‭ ‬y nada más…‭
Intuyo,‭ ‬sin embargo,‭ ‬lo que mi vecino hace cada día con esa ínfima y polvorienta Razón:‭ ‬enlatarla en sus oxidados botes de conserva,‭ ‬con sumo cuidado,‭ ‬y dispersarla por la cambra para que se ocupen de ella la humedad y los roedores.

9) Tiempos Que Vivimos Sombríamente
Me había propuesto,‭ ‬alcanzado este punto,‭ ‬llevar a cabo una reflexión sobre el valor de la presente escritura en los tiempos que vivimos sombríamente.‭ ‬Pero mejor lo dejo para vosotros.‭ ‬La cuestión del valor permanece demasiado unida a la de la esperanza.‭ ‬No me interesa.‭ “‬Confieso que no tengo el concepto del valor de mis obras‭”‬,‭ ‬escribió Pessoa.‭ ‬Por mi parte,‭ “‬todo lo que he hecho a lo largo de mi vida ha sido perfectamente inútil‭; ‬no espero otra cosa de mi escritura‭”‬.‭ ‬Hay quienes escriben para la mayoría‭; ‬otros,‭ ‬para unos pocos‭; ‬algunos,‭ ‬para ellos mismos.‭ ‬Yo‭ ‬no escribo.‭ ‬Lo que sea esto,‭ ‬no vale ni para importunar al silencio.‭ ‬A mí no me sirve‭; ‬tampoco a vosotros.

10) Acto Sin Metáfora
La angustia de no saber qué escribir a continuación,‭ ‬como la de no prever qué ocurrirá el día de mañana,‭ ‬se disipa sola,‭ ‬sombra que borra la tormenta,‭ ‬diría que por un arrebato de este cerebro mío descentrado‭; ‬y nada en el párrafo que acabo de redactar resultaba‭ (‬al menos para mí‭) ‬previsible en la secuencia de textos que lo antecedía.‭
Por eso,‭ ‬en mi caso la escritura no evoca lo organizable de un periplo,‭ ‬una estancia en tierra extraña,‭ ‬esa administración de lo levemente inesperado en que se cifra el placer frío y desvaído del viajar.‭ ‬La concibo,‭ ‬mejor,‭ ‬como acto sin metáfora.‭ ‬En realidad,‭ ‬la escritura,‭ ‬para la que no hallo imagen,‭ ‬deviene muy nítidamente como alegoría‭ (‬única‭) ‬de mi vida.‭ ‬La‭ ‬escritura‭ ‬de‭ ‬mi‭ ‬existencia.‭

11) Decir Que Yo Era Uno De Los Medios De Que Disponía La Literatura Para Deshacerse,
Arma Con La Que Podría Suicidarse
A veces pienso que en este trabajo,‭ ‬como en la mayor parte de los anteriores,‭ ‬sólo abordo un tema,‭ ‬obsesión de fondo en relación con la cual todo es secundario,‭ ‬marco,‭ ‬aparejo,‭ ‬esqueleto:‭ ‬el tema del escribir,‭ ‬lo que sea mi escritura.‭ ‬Y puedo estar apuntando de alguna forma que ella sí que es superflua,‭ ‬accesoria,‭ ‬ella sí que pertenece al mundo de los recursos.‭
De más en mi existencia,‭ ‬prescindible como todo objeto,‭ ‬puedo representarme mi escritura como un útil para tristes fines,‭ ‬herramienta rota para la reparación de lo patético.‭ ‬De sobra,‭ ‬por un lado‭; ‬y,‭ ‬por otro,‭ ‬desdichadamente necesaria.‭ ‬No sé…‭ ‬En otro tiempo,‭ ‬me gustaba decir que yo era uno de los medios de que disponía la literatura para deshacerse,‭ ‬arma con la que podría suicidarse.‭ ‬Ahora digo que‭ ‬no escribo,‭ ‬como si yo fuera el suicidado y ella me hubiera deshecho…‭
¿Es mi vida un recurso literario‭? ‬Sé que,‭ ‬durante años,‭ ‬lo fue.‭ ‬Y me temo que,‭ ‬quizá a lo largo de ese mismo periodo de tiempo,‭ ‬la literatura fue para mí un recurso existencial.‭ ‬Ahora,‭ ‬no escribo.‭ ‬Esto no es escritura.‭ ¿‬Dónde está,‭ ‬en estas palabras,‭ ‬lo accesorio,‭ ‬y dónde lo esencial‭? ‬Un saco de palabras,‭ ‬siempre lo fui.‭ “‬Palabras,‭ ‬palabras,‭ ‬palabras que me ahogáis‭; ‬tengo sed de otra cosa‭”‬,‭ ‬escribió Bataille.‭ ‬Desde luego,‭ ‬no es mi caso.
Siempre me escondo detrás de las palabras,‭ ‬lo mismo cuando escribo que cuando pienso.‭ ‬Si no me escondiera,‭ ‬no sería lo que soy.‭ ‬No me sería.‭ ¿‬Cómo se puede escribir y decir al mismo tiempo la verdad‭? ¿‬Se puede‭? ‬No,‭ ‬creo que no.‭ ‬La verdad no está hecha de palabras.‭ ‬Las palabras dicen que yo soy Pedro García Olivo.‭ ‬Sin embargo,‭ ‬yo,‭ ‬que conozco mejor que nadie a ese Pedro,‭ ‬me desconozco profundamente a mí mismo.‭ ‬Saquito.‭

12) El Fantasma De La Identidad
Aparte de robar,‭ ‬dejarme la piel jornalera en los bancales,‭ ‬dar clases,‭ ‬publicar artículos,‭ ‬practicar el contrabando,‭ ‬presumir de‭ “‬solidario‭” ‬en Centroamérica,‭ ‬escribir cosas como éstas, llevar un hato de cabras, labrarme un bio-reducto para la libertad en el Alto y luego dejarlo por un dictado del corazón,‭ ‬ya no he hecho mucho más en la vida…‭
Habiendo ejercido de ladrón,‭ ‬asalariado,‭ ‬profesor,‭ ‬articulista,‭ ‬mafioso,‭ ‬cooperante,‭ ‬escritor, cabrero y campesino de subsistencia,‭ ‬no fui nada de eso.‭ ‬En parte,‭ ‬porque todo lo hacía mal‭ ‬y lo hacía sólo por hacerlo.‭ ‬Y en parte porque el fantasma de mi identidad no responde al nombre de un oficio o de una actividad.‭ D‬esesperado, del mismo modo que‭ ‬no escribo,‭ ‬no trabajo. Y, aunque “soy”, eso que soy no es decible. No soy un escritor, y esta es una no-escritura…

[A partir de “Desesperar”]

http://www.pedrogarciaolivo.wordpress.com

Buenos Aires, 28 de enero de 2018



ZER DIO ERROMAKO AITA SANTUAK?


ZER DIO ERROMAKO AITA SANTUAK?
Violeta Parra
¿Que dirá el Santo Padre?, 1963
euskaratzailea: Josu Landa
armiarma.eus, 2017



Nola mintzo zaizkigun askatasunaz,
eta horixe bera falta zaiguna.
Nola eskatzen duten lasaitasuna,
eta gu torturatzen agintedunak.

         Zer dio Erromako Aita Santuak
         bere usoa ikusirik hain lumatua?

Nola mintzo zaizkigun paradisuaz,
eta guk ezin jasan penen pisua.
Nolako garrez lotu sententziari,
errugabetasuna suntsitzen ari.

         Zer dio Erromako Aita Santuak
         bere usoa ikusirik hain lumatua?

Borreroek hilketa digute saltzen,
eta patxada osoan daude gosaltzen.
Lepoan jarri dute urka-bilurra,
Bosgarren Agindua ez da ziurra.

         Zer dio Erromako Aita Santuak
         bere usoa ikusirik hain lumatua?

Zenbat injustizia, fiskal jaun hori,
hainbat nire arima, kantuan gori.
Soroan gari biltzen segak dirau
zure odolaz blaituz, Julian Grimau.

         Zer dio Erromako Aita Santuak
         bere usoa ikusirik hain lumatua?




¿Que dirá el Santo Padre?
Miren como nos hablan de libertad, / cuando de ella nos privan en realidad. / Miren como pregonan tranquilidad, / cuando nos atormenta la autoridad. // ¿Que dirá el Santo Padre que vive en Roma, / que le están degollando a su paloma? // Miren como nos hablan del paraíso, / cuando nos llueven penas como granizo. / Miren el entusiasmo por la sentencia, / sabiendo que mataban a la inocencia. // ¿Que dirá el Santo Padre que vive en Roma, / que le están degollando a su paloma? // El que oficia la muerte como un verdugo / tranquilo está tomando su desayuno. / Con esto se pusieron la soga al cuello, / el Quinto Mandamiento no tiene sello. // ¿Que dirá el Santo Padre que vive en Roma, / que le están degollando a su paloma? // Entre más injusticias, señor fiscal, / más fuerza tiene mi alma, para cantar. / Lindo segar el trigo en el sembrao / regado con tu sangre, Júlian Grimau. // ¿Que dirá el Santo Padre que vive en Roma, / que le están degollando a su paloma?

[ Nere bihotzeko kutun Violeta Parraren abestia-hizkiak Armiarmaren webgunetik hartu dizkiNat, ea gustatzen zaizuen ]

Quiero tener mi tumba...

[Poesia eta nahi goxo hauetaz pentsa genezake benetan... hor ere ez Capdevilak, ez nik eta ezta ere hik ez zaukaNagu eta ez askatasunik ez eta aukera ez kapitalistarik, zergatik ote duNK?? ]

martes, enero 30


Quiero tener mi tumba...

Quiero tener mi tumba
lejos de los campos santos,
donde blusas blancas no haya
ni panteones dorados.

Quiero que a mí me entierren
lejos de esos lugares falsos
donde la gente al año viene
a depositar sus llantos.

Quiero que a mí me entierren
arriba en el monte alto,
junto a aquel pino grande
que sólo está en el barranco.

Mi tumba quiero que esté
entre dos piedras de canto,
compañeros míos han de ser
pintadas culebras, verdes lagartos.

No quiero que a mi entierro vengan
curas laicos y romanos,
y las flores han de ser
un manojo de punzantes cardos.

Tampoco quiero que vengan
a decir discursos y salmos,
con banderas y oropeles,
vicio del mundo civilizado.

Para discursos los graznidos
de los cuervos y los grajos,
el aullido del zorro viejo
cuando ciego es abandonado.


Ramón Vila Capdevila (Caracremada). Maquis anarquista catalán

KLINAMEN 15 AÑOS DESPUÉS: UNA DESPEDIDA.

KLINAMEN 15 AÑOS DESPUÉS: UNA DESPEDIDA.


“Si queremos expresar la derrota común,
procuremos hacerlo dentro de los límites estrictos de la dignidad y la belleza”.
Leonard Cohen
A veces por desazón, a veces por inercia, pero es extraño que llegado el final de un proyecto político sus miembros decidan explicar, de forma pública, las razones de abandonarlo. Acostumbrados a colectivos fugaces que viven rápido y mueren despacio sin valorar su trayectoria, pensamos que Klinamen merecía otra suerte. Cerramos esta etapa evaluando aciertos y errores, por si pudiera servirnos –y serviros– al afrontar retos futuros. También queremos decir adiós con honestidad, planteando dudas y reconociendo contradicciones. Ideas y debates inconclusos al calor de una experiencia que compartimos en este texto. Lo que esté por venir, lo atacaremos, seguro, mejor armados.

Bocetos- Noviembre de 2002

Érase una vez…

Klinamen surge como tal a finales de 2002. Desde entonces, hemos atravesado varias etapas, cada una de las cuales ha estado caracterizada por diferentes herramientas, contenidos, temáticas o proyectos, según hemos ido evolucionando sus participantes y el movimiento del que formamos parte. Inicialmente se planteó como una herramienta con la que editar materiales interesantes, superando y buscando una mayor estabilidad que el formato fanzine imperante en aquella época, a la vez que, mediante el trabajo militante no remunerado, buscar nuevas formas de financiación diferentes de fiestas y conciertos.
A partir de 2005, y en la estela del «boom» que supuso la llegada de internet en los movimientos sociales, una buena parte del proyecto Klinamen se dedicó al mantenimiento y gestión de klinamen.org, una web de contrainformación de las muchas que surgieron en aquella época. La web funcionó ininterrumpidamente hasta 2010, cuando unos problemas técnicos (la página se quedó obsoleta) nos llevaron a replantear completamente el proyecto. Finalmente, más problemas informáticos con la nueva web, unidos al desgaste que supone la gestión durante 5 años de una página de contrainformación que se actualizaba diariamente, llevaron a abandonar el proyecto. Un abandono, de hecho, literal, pues nunca se hizo clausura oficial ni valoración final de aquella experiencia.
Desde entonces, Klinamen se ha centrado de nuevo en su función original: la traducción,  edición y distribución de libros y demás material escrito. Sin embargo, desde, más o menos, abril de 2015, en Klinamen hemos tenido un proceso, (lento para qué engañarnos) de reflexión y autocrítica en el que hemos valorado tanto la sostenibilidad del proyecto y su (limitada) capacidad de intervención como las temáticas que nos interesan a los diferentes integrantes. Durante este proceso surgieron varias propuestas de reestructurar y reorientar el proyecto, pero al final ni siquiera hemos sido capaces de ponerlas en marcha, en gran parte por seguir arrastrando los mismos problemas que nos habían llevado hasta ese punto en primer lugar. En vista de esto, y por experiencias anteriores similares, hemos decidido no dejar al proyecto morir abandonado o que tuviese un cierre en falso, por lo que hemos preferido acabar con Klinamen para que tenga el final más digno posible.
Este proceso viene motivado por una crisis dentro del colectivo que creemos que merece la pena contar, por si fuese útil para que otros grupos afronten sus propios retos internos. La crisis que hemos sufrido en Klinamen se ha levantado sobre dos patas: la política y la personal. Dos cuestiones que, como todos sabemos, solo son diferenciables hasta cierto punto. En cierta manera, las consecuencias de ambas para el colectivo vienen determinadas por la propia estructura de este.

El trabajo no militante

Desde el principio Klinamen ha hecho una apuesta clara por un trabajo militante no remunerado, es decir, por no tener liberados. Alguna vez ya hemos comentado públicamente que en los inicios del proyecto era una opción más moral, o «moralista» si se quiere, que práctica. En este sentido nuestra postura ha cambiado mucho desde entonces. Seguimos apostando por el trabajo militante como una opción viable para llevar una editorial, una revista o una web, pero después de más de 10 años somos conscientes de sus limitaciones y problemas. Por supuesto, también somos muy conscientes de que los proyectos remunerados o cooperativos tienen el mismo número de problemas, si bien diferentes. Contarlos, para que todo el mundo aprenda de ellos, corresponde a otros; a quienes los hayan sufrido.
En primer lugar, algunas cargas de trabajo que requieren estos proyectos son difícilmente compatibles con la vida bajo el capitalismo, y ya con crisis de por medio, ni hablamos. Cuando tu trabajo asalariado ya no es que no dependa del proyecto, sino que ni siquiera está relacionado con él, la falta de tiempo es la norma. Si a eso le sumamos las relaciones afectivas de cada uno (parejas, hijos, el poliamor y esas cosas), el tiempo de sentarte a traducir, corregir, maquetar, o incluso simplemente reunirte, se vuelve una quimera.
Esto plantea muchos problemas: proyectos que no salen por falta de tiempo, asambleas que son un repaso de tareas decididas en asambleas anteriores y que no se han podido cumplir, quedar mal delante de gente con la que te comprometiste (un euro por cada mail de Klinamen disculpándose, oh yeah), etc.
Sin embargo, hay dos problemas que quizás sean más importantes: tener que llevar a cabo la actividad del colectivo en tus ratos libres hace que su funcionamiento sea muy sensible a las situaciones y características personales que los integrantes tenemos en cada momento. Esto, además, amplifica algo que es la norma en cualquier colectivo: la diferente implicación de sus miembros y las tensiones que esto genera entre ellos. Existen herramientas para compensar esto: por ejemplo, superar un umbral de miembros en el colectivo (de manera que este sea más robusto a cambios inesperados en la vida de cada uno de sus miembros) o desarrollar mecanismos para minimizar o controlar la diferente implicación de cada miembro y sus dependencias (si solo uno sabe maquetar o si la traducción recae solo en dos personas, etc.).
Otro problema es que, al tener que dedicar tu tiempo libre al proyecto editorial, las tareas tienen que ser cuanto menos «interesantes». En general, en Klinamen no hemos tenido problemas con la valoración, traducción, edición o diseño de los materiales, ya que son cosas que nos gustan. El principal problema aquí suele ser que a veces te toca trabajar un texto cuyo tema no te apetece ni lo más mínimo (bien en general o bien en ese momento particular de tu vida). Otra cosa son las tareas menos creativas de una editorial: concretamente la distribución. Hacer paquetes y enviarlos siempre ha sido para nosotros un auténtico aburrimiento y es algo que en estos más de 10 años jamás hemos sido capaces de solucionar satisfactoriamente. O bien nos lo han llevado otros compañeros que tenían distribuidoras (muchas gracias a Acció Cultural, Local Anarquista Magdalena y LaMalatesta) o bien lo hemos asumido nosotros mismos pero siempre a trancas y barrancas, con miembros del colectivo teniendo que «especializarse» en eso, generando con ello tensiones, llamadas de atención por compromisos no cumplidos, y debatiendo una y otra vez cómo hacerlo para que esta vez funcionase bien.

Los libros

Esta estructura y esta dificultad del trabajo militante tiene consecuencias materiales claras en cuanto a los textos que puedes editar. Así, por ejemplo, lo más cómodo es la traducción, edición y corrección de textos relativamente cortos que pueden distribuirse entre diferentes miembros del colectivo y colaboradores, y que, además, pueden sacarse adelante con un golpe de trabajo en un par de semanas que alguno tiene más libres. De esta forma, tendemos a sacar libros que son recopilaciones de textos cortos que se han ido traduciendo colectivamente. Aunque esto podría dar lugar a libros eclécticos, creemos haber resuelto bien el problema y los libros que hemos sacado de esta manera han mantenido su coherencia. El problema es que hasta que no tienes suficientes textos, no puedes editar el libro, por lo que, muchas veces, algunos de estos textos (sobre todo cuando no son de especial actualidad) se quedan durante mucho tiempo almacenados esperando ser completados con otros. En los casos de actualidad lo que hacíamos era publicar el texto en la web (la nuestra o la de otros) de manera que al final el libro era un recopilatorio de textos ya publicados previamente, con todos los pros y contras que esto tiene.
Otro problema relacionado con que las tareas fuesen interesantes es el que se ha dado cuando hemos asumido libros que eran propuestas externas. Muchas veces esto se hacía básicamente «por sacarlo», es decir, sin estar siempre completamente de acuerdo con todo el contenido. El motivo no era sacar por sacar, sino que, dado que una parte del proyecto era sacar dinero para financiar otros proyectos libertarios, aunque el texto no fuera 100% satisfactorio políticamente, al menos cumplía la parte de financiar el movimiento u otros libros. Varias veces nos ha pasado que en asamblea se decidía publicar alguno de estos libros y que luego se convertían en «un muerto» que había que sacar adelante, que retrasaban otros proyectos y que acaban quemando a la gente. Afortunadamente, este sí es un problema que supimos ir gestionando y desde hace tiempo cada vez hemos sido mucho más exigentes y estrictos a la hora de valorar si nos interesaban personalmente las propuestas que nos llegaban.

Técnica y política  

Klinamen nació y creció como un colectivo. Un colectivo con fuertes relaciones afectivas de amistad (otra vez con todo lo bueno y malo que eso conlleva). Un colectivo que editaba libros, pero que también era un espacio de encuentro, de debate y de reflexión de gente que, generalmente, militaba o participaba en otras luchas. Por diferentes motivos (pero, de nuevo, las dificultades de compatibilizar trabajo y militancia han sido importantes) muchos de nosotros hemos ido abandonando otros proyectos y centrándonos en Klinamen, lo cual permitió dar un paso más en la cantidad de trabajo que se llevaba a cabo. Para variar, y en consonancia con el hiperactivismo que impregna el movimiento libertario eminentemente juvenil del que todos procedemos, lo que hicimos fue cargarnos de más y más trabajo. Más proyectos, más libros, etc. En la búsqueda de una mayor eficacia y menor redundancia, el proceso se fue «tecnificando» demasiado, las tareas se fueron especializando y las asambleas al final eran casi puramente un repaso de tareas: qué cosas hay que hacer, quién las hace, cuándo y cómo.
Por otro lado, en esa misma línea de «eficacia» decidimos que cada libro tuviera un responsable que lo coordinase. Esto supuso que, al final, esa persona era la que más trabajaba en el libro. El resultado es que el trabajo «político» sobre los libros: el debatirlos, criticarlos, formarse con ellos, etc. se estaba individualizando. Más o menos varias personas leían cada libro, pero solo uno o dos, como mucho, trabajaban seriamente en él.
La consecuencia de ambas caras del mismo proceso fue que, básicamente y casi sin darnos cuenta, el debate político desapareció del orden del día. Como mucho surgía brevemente a la hora de marcar las líneas de trabajo y decidir si nos interesaba publicar o no un determinado libro. Esto ha hecho que la evolución teórica dentro del grupo fuera en los últimos tiempos más individual que colectiva. Como mínimo, más informal: los que se veían más en otros espacios (bares, proyectos, casas) debatían más entre ellos. Eso termina produciendo asimetrías, por así decirlo, en las afinidades políticas y afectivas de los miembros del grupo. Afinidades que, además, acaban retroalimentandose unas a otras.
En determinadas ocasiones, por ejemplo frente a problemas que surgieron con la gestión de las redes sociales (un beso, Klini), se generaron claramente dos posturas que, en este caso concreto, reflejaban diferentes visiones sobre las redes sociales y, en parte, simplemente diferentes afinidades políticas o incluso personales.

Las dificultades de crecer

Muchos de estos problemas se habrían resuelto, al menos parcialmente, siendo más gente. Y, de hecho, cada vez que alguien nuevo ha entrado en Klinamen, generalmente ha supuesto un plus de curro y energías. Sin embargo, con el tiempo, Klinamen ha desarrollado unas perspectivas políticas particulares dentro del movimiento libertario y, sobre todo, una serie de lazos internos de amistad y afectivos bastante fuertes. Lo primero no supone más barrera que la de cualquier otro colectivo. Lo segundo es más peculiar porque al final en Klinamen todos somos colegas y, claro, no es lo mismo encajar políticamente que encajar a nivel de amistad. No todos lo que tienen afinidad política comparten las afinidades vitales (forma de ser, sentido del humor, etc.) que se dan en un «grupo de colegas». De hecho, casi hasta está bien que así sea, y es un problema que las organizaciones grandes deben afrontar. No es algo que se haya buscado intencionadamente, pero es algo que ocurre cuando llevas mucho tiempo trabajando juntos (igual que también tienes tensiones similares a las de la parejas «de toda la vida») y se refuerza dentro de estructuras basadas en el trabajo militante, que requieren un plus de esfuerzo-voluntad. Digamos que para seguir y seguir con dicho proyecto tienes que estar a gusto en él, y eso se consigue aumentando la afinidad política pero también la personal. Lo que por un lado es una ventaja, una fortaleza que nos refuerza, mantiene juntos y nos ayuda a seguir, por otro lado dificulta la renovación y extensión del proyecto. ¿Cómo crecer cuantitativamente manteniendo el clima de confianza e intimidad que requiere un colectivo de estas características? De nuevo, más preguntas que respuestas.
En este contexto es comprensible que una acumulación, más bien casual, de diferentes problemas personales de varios miembros del colectivo casi lo lleva al traste. Al menos lo ha dejado en stand-by desde abril de 2015 aproximadamente. No es que hayamos tenido problemas o discusiones políticas entre nosotros, es más bien que no se podían sacar las cosas adelante por falta de ganas, de interés o, simplemente, de tiempo libre. Llegados a un punto, decidimos parar, asumir el parón sin estrés y mirar hacia atrás para decidir hacia dónde queremos y podemos ir.

La crisis política

Como decíamos al principio, la crisis tiene dos dimensiones: la personal y la política. La personal ya la hemos contado (nos hemos ahorrado los detalles escabrosos, qué os creíais); ahora toca la política. Aquí entran en juego dos cuestiones: la evolución política interna del grupo y los acontecimientos externos (la crisis, el 15M, el asalto institucional, etc.).
La evolución teórica de Klinamen ha sido una constante desde su nacimiento. La editorial nació con el reflujo de la ola insurreccionalista(1) acontecida en la península ibérica entre 1996 y 2003, aproximadamente. Una parte de los que acabamos quemados política, personal y represivamente de aquella experiencia empezamos a acercarnos y a interesarnos cada vez más por la autonomía obrera de los 70, especialmente la del Estado español. Algunos de los primeros textos que publicamos, como Incontrolados, La Huelga de Ascón o Historia de 10 años, reflejan ese interés. Con el paso del tiempo, muchos hemos evolucionado a posturas políticas que, en lo teórico, beben más de ciertos marxismos no leninistas, o críticos con el marxismo tradicional estatista, que del anarquismo clásico. Durante varios años, algunos de nosotros estuvimos interesados e implicados en lo que internacionalmente se ha venido denominando «corriente comunizadora». Por supuesto, éramos conscientes de que ese interés era, siendo generosos, minoritario actualmente en la península ibérica. Esto, en parte, refleja las diferentes inercias históricas de los ambientes radicales de cada país, en parte, el lenguaje, entre críptico y denso, que a veces ha adoptado esta corriente y, en parte, la incapacidad o desinterés del movimiento libertario ibérico para leer en otros idiomas. De hecho, sólo Tiqqun/Comité Invisible ha conseguido darse a conocer en la península ibérica, seguramente porque ha sido más y mejor traducido y porque encaja mejor con las características del gueto radical ibérico (porque crípticos y densos son un rato). Al mismo tiempo, siempre fuimos muy críticos con la incapacidad, e incluso desinterés, de dicha corriente por plantearse el omnipresente «¿qué hacer?» en el presente.
Por otro lado, el 15M, con todas sus limitaciones y carencias, nos pareció un acontecimiento fundamental tanto por lo que supuso en su momento (la oportunidad, después de mucho tiempo, de hacer política en un contexto masivo) como, sobre todo, por sus implicaciones para las formas de hacer política que han venido, y que vienen, después. Nosotros pensamos que, lo queramos o no, el 15M y sus equivalentes en otras geografías probablemente supongan la primera aparición histórica de un nuevo ciclo de luchas que evolucionará y se desarrollará en los próximos años. Pone en movimiento a distintos actores políticos –una clase obrera desestructurada, una clase media descalabrada– que, en su interacción, construirán los procesos de lucha posteriores.
Sinceramente, creemos que buena parte del movimiento libertario no supo relacionarse adecuadamente con el 15M y movimientos derivados (la lucha por la vivienda, las diferentes mareas, etc.) cuando surgieron. Algo que, por otro lado, tampoco es que fuese fácil dado lo inesperado de su surgimiento. Sentimos que, salvo excepciones, no se analizó o repensó explícitamente a posteriori (o también puede ser que no compartimos muchos de esos análisis). Pese a algunos cambios interesantes, vimos cómo las inercias de toda la vida –bien ideológicas, bien del gueto político– seguían pesando demasiado. Un asfixiante eterno retorno de lo mismo.  
Igual es simplemente que no supimos contactar con los compañeros que mejor entendieron y funcionaron en el 15M, igual fue nuestra incapacidad material de sacar adelante proyectos que en su momento nos parecieron fundamentales(2), o igual es solo que algunos de nosotros nos hacemos «mayores», nos quemamos y vemos todo más negativo (algo de esto hay, sin duda). Fuese como fuese, la crisis política surgió porque cada vez nos veíamos más aislados de un movimiento libertario con el que, si bien compartimos muchas afinidades, tanto personales como políticas, también veíamos que nos separan muchas otras. Por decirlo de alguna manera, no acabamos de encontrar nuestro lugar en dicho movimiento, pero tampoco estábamos cómodos fuera de él, en otros espacios existentes. Esta tierra de nadie, en ocasiones, resulta frustrante, tanto a nivel personal como político.
Nos gustaría dejar claro que esto no es una queja dirigista, un pataleo porque desde otros ámbitos libertarios no nos sigan en nuestras apuestas o intereses. Somos conscientes de que nos hemos equivocado muchas veces. Es más, somos conscientes de que, en ocasiones, hemos sido tozudos política y personalmente, especialmente en las primeras etapas. Suponemos que le habrá pasado y le pasará a todo aquel que abrace la militancia política con pasión.  
Colectivamente, surgieron una serie de problemáticas teóricas que deberían tratarse como movimiento, pero que, seguro, nosotros sí necesitábamos abordar como colectivo. Algunas de ellas encajaban con los intereses que percibimos en el movimiento libertario, pero otras pensamos que encajaban bastante menos, porque suponen reubicarse en el contexto, bascular para coger impulso. Pero claro, la política no puede ser un soliloquio. Debe suponer encuentro, interacción y sinergia.

El salto adelante… y la consiguiente caída

Estas reflexiones motivaron que llegasemos a la conclusión de rehacer completamente el proyecto. En un momento dado, y puesto que gran parte de los problemas parecen derivarse de las complicaciones asociadas al trabajo militante, nos planteamos dar un paso adelante e intentar convertirnos, paulatinamente, en una editorial basada en el trabajo remunerado. Pero no vimos claro cambiar unos problemas por otros (teniendo que renunciar, además, a una de la «esencias» del proyecto). Por otro lado, algunos de nosotros no tenemos ninguna intención de dedicarnos profesionalmente al tema. Tenemos otros curros u otras carreras-intenciones profesionales que nos gustaría desarrollar. Finalmente, no tenemos claro que, dada la línea política que queríamos llevar, fuese a ser un proyecto económicamente viable y no veíamos el tener que dedicar gran cantidad del tiempo a desarrollar proyectos secundarios (o que no son nuestro interés principal) para hacer un proyecto económicamente viable con el que sacar los materiales que realmente nos interesan.
Al final nuestra conclusión fue que el problema no es tanto el trabajo militante en sí como no saber ajustarlo a los objetivos y capacidades reales de un colectivo. Si un colectivo (o empresa) que funcione de forma cooperativa o remunerada se marca objetivos irreales, quiebra. Lo mismo pasa en el otro caso, sólo que la quiebra es diferente (en principio no suele dejar deudas económicas). Así, puesto que no veíamos lo de intentar convertirnos en cooperativa o empresa social, lo que decidimos fue intentar reajustar política y materialmente el proyecto a nuestras capacidades e intereses personales.
El plan era, esencialmente, recuperar una actividad más de colectivo o grupo político que de editorial. Apostar claramente por retomar y reforzar el debate político en el seno del grupo y por tratar de volcar el proceso y el resultado de esos debates al exterior bajo formatos mucho más flexibles que el libro: tuits, textos cortos, debates públicos, jornadas, textos largos, libretos y sí, de vez en cuando, libros en los que tomaríamos una parte más activa en la edición y los prólogos. La idea era un poco cambiar todo para que todo siguiera igual, a ver si por una vez este gatopardismo nos favorecía en vez de jodernos.
Dos años después vemos con bastante tristeza que no fuimos capaces de llevarlo a cabo. Fuimos incapaces de romper con la dinámica en la habíamos caído debido a los problemas materiales, personales y técnicos comentados antes. Ni siquiera la entrada de gente nueva y con ganas, y con las que nos sentíamos muy afines, en el último año y pico fue suficiente para romper dicha dinámica. En los documentos que debatimos durante este proceso habíamos escrito esto:
«Si esto es el clásico salto adelante forzado para intentar salir de una crisis, (los que vivimos el final de otros proyectos, como por ejemplo el Ruptura, sabemos de qué estamos hablando) es algo que sólo se verá con el tiempo. Esperemos que no, que ya llevamos unos cuantos años y nos gustaría seguir unos cuantos más.»
Ahora está claro que al final un poco salto adelante sí que era. Lo ponemos no para autofustigarnos, sino porque puesto que hemos caído en esto varias veces anteriormente en otros proyectos y hemos visto cosas similares en gente cercana, creemos que igual sería interesante comentarlo para que se valore colectivamente.
Antes de acabar nos gustaría disculparnos con toda la gente (traductores, colectivos, compradores, etc) a las que hemos fallado de una forma u otra, estos últimos meses. Nos habría gustado finiquitar el proyecto de forma más ordenada y sin dejar a tanta gente tirada, pero la verdad es que no hemos sido capaces. Una vez que eres consciente de que un proyecto está muerto, arrastrarlo solo por compromisos se hace demasiado cuesta arriba. Además de disculparnos, creemos que es necesario contarlo para que la gente aprenda de esta experiencia. Es increíble la rapidez con la que se puede venir abajo colectiva e individualmente un proyecto cuando se hace evidente a los ojos de todos que es imposible continuar con él.
En lo personal diremos que a algunos de nosotros nos ha costado mucho tiempo digerir que Klinamen se acababa. Para algunos han sido 15 años, para otros, 10, para otros 5, pero todos estamos de acuerdo en que ha sido un proyecto crucial en nuestra experiencia vital y militante. No hace falta extendernos aquí en la pena, el agobio y la frustración que el cierre de este proyecto ha conllevado.  

Una despedida

“Ya sé que resulta poco habitual hablar en esos términos, pero incluso en las sociedades más uniformes cabe un espacio de deriva, ese estimulante clinamen por el que Marx defendía a Epicuro frente a Demócrito” Rafael Chirbes, Por cuenta propia.
Klinamen empezó como una forma de buscar nuevas formas de financiación diferentes de fiestas y conciertos. Durante estos años hemos ahorrado unos dinerillos, tampoco mucho, que la mayoría lo reinvertíamos en libros y en financiar todos los proyectos que hemos podido, pero sí nos gustaría dejar claro que donaremos los fondos que nos queden a proyectos afines.
Algunos nos han preguntado si el proyecto continúa bajo otra forma. La respuesta es no. Klinamen se acaba. Es de agradecer que los que hemos llegado hasta aquí acabamos el colectivo sin malos rollos ni problemas personales (de hecho, todo lo contrario), algo que no suele ser muy habitual dentro del movimiento libertario. Pero es cierto que cada uno vamos a seguir, en principio, nuestros caminos políticos de forma independiente.
Nos gustaría acabar esta reflexión agradeciendo y recordando a todos aquellos que de una forma u otra han sido parte de Klinamen. Bien militando en el colectivo, bien colaborando con traducciones, aportando ideas, distribuyendo nuestros libros o simplemente leyéndolos. Para nosotros ha sido un tremendo orgullo y un placer formar parte de este proyecto. No hemos cumplido los objetivos que nos planteamos al principio (abolir el Estado y el Capital se dice más faćil de lo que se hace, jajaja), pero nos queda la sensación de que algo hemos contribuido a desviar lo establecido. Un poquito, por lo menos.
Un fuerte abrazo a todos y a todas,
Salud y fuerza.



(1) La epidemia de rabia (1996-2007), un texto publicado por la revista Resquicios que firman Los tigres de Sutullena, analiza en profundidad aquel ciclo político.
(2) A finales de 2011, poco después del 15M, algunos que estábamos en Klinamen y otros compas del Todo por Hacer intentamos sacar adelante una Red de Solidaridad siguiendo el modelo de la Red de Solidaridad de Seattle de la que habíamos publicado un libro. Preparamos un memorándum, hicimos unas cuantas presentaciones y estuvimos algunos meses tratando el tema. Una mezcla de nuestras limitaciones, nuestra situación personal, el queme o el desinterés percibido en el medio radical al que nos dirigimos hizo que el proyecto quedase en nada. Más o menos por entonces surgieron experiencias como la Red de Solidaridad Popular o la Oficina Precaria que, desde otros ambientes y también en otro sentido, podrían considerarse similares. La verdad es que esta incapacidad propia y ajena acabó por quemar bastante a algunos de los integrantes de Klinamen.

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